De los estudios se desprende también que, desde el siglo XVI, en toda Europa las novelas de caballerías se escenificaban con marionetas y en el siglo XVIII también se atestiguan espectáculos de este tipo en Sicilia, en Nápoles (ya conocida desde la primera mitad del siglo XIX gracias a Giuseppina d'Errico llamada "Donna Peppa”).
Sin embargo, sólo en las primeras décadas del siglo XIX, en Sicilia, el repertorio caballeresco tuvo un gran éxito entre las clases populare, determinando una serie de innovaciones técnicas y figurativas.
Esto ocurre, probablemente, como efecto retardado del interés prerromántico y romántico por la Edad Media.
A las históricas investigaciones de Antonino Buttitta, Antonino Uccello, Janne Vibaek, Carmelo Alberti, siguen las investigaciones más recientes de Ignazio E. Buttitta, Bernadette Majorana, Alessandro Napoli e Rosario Perricone.
A estos estudios de carácter científico, se suman las narraciones y memorias editadas por los mismos pupari.
A pesar de estas dificultades, la Opera dei pupi es todavía hoy practicada por varias compañías isleñas, históricas o más recientes, y atrae a nuevos públicos mostrando una vitalidad renovada.
Desde el punto de vista figurativo, se puede hacer una distinción general entre los personajes con armadura (armados) y los que no la tienen (en paje), cuyas características responden a un complejo código iconográfico.
La estructura del pupo de Catania tiene el pecho acolchado, característica que lo hace más pesado.
Sus rígidas rodillas les permiten reposar todo su peso sobre el suelo entre un paso y otro, facilitando la maniobra de los manianti (manipuladores).
La dirección suele confiarse a uno de los oradores que da instrucciones al manianti.
A estos ciclos se añadió Belisario di Messina, una historia representada en Messina, "que marca una peculiaridad específica de la ciudad del estrecho con respecto a la tradición catanese de la Opera dei Pupi".
En Catania, los carteles están pintados al temple sobre papel de embalaje y representan la escena principal del episodio nocturno.
En el cartel estaba clavado el "ricordino", una hoja de papel removible que mostraba los rasgos salientes del episodio.
El maestro puparo se sitúa detrás del bastidor derecho (el izquierdo de los espectadores), dirige el espectáculo, maniobra los pupi, improvisa los diálogos prestando su voz a todos los personajes (incluidos los femeninos) y crea los efectos de sonido e iluminación.
Los carteles palermitanos, pintados al temple sobre lienzo, están divididos en varios cuadros, generalmente ocho, llamados "ajedrez".
Como en Catania, la posición de los pupanti determina una mayor anchura del escenario y una profundidad reducida.
En Nápoles, los carteles están pintados al temple con colores pastel sobre papel de embalaje o lienzo, y representan una única escena a la que se adjuntaba una hoja que resumía los acontecimientos del día.