Para hacerlo, solía escaparse de la sombrerería familiar y cuando ganaba esquivaba a los fotógrafos.[3] A causa de sus éxitos, su padre finalmente la descubrió, pero Olga pudo convencerlo de que le permitiera seguir entrenando y compitiendo, aunque el prefería que trabajara en la sombrerería y se casara.Sin embargo, cuando Olga quedó seleccionada para los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1932, su padre no la dejó participar.En este campeonato corrió también la posta ganadora junto con Elsa Irigoyen, otra pionera del deporte femenino de Argentina.[4] Olga Tassi fue retratada en 1940 por María Carmen Portela en la obra Figura de una atleta, que ganó el Primer Premio Municipal de Escultura e ingresó al acervo del Museo Sívori.