También está relacionado con el griego ἕσπερος (hesperos) de la misma forma, de donde procede Hesperia, voz poética que los griegos antiguamente empleaban en ocasiones para referirse a la península ibérica, que los romanos más tarde denominaron Hispania.
El vocablo «occidente» deriva etimológicamente del latín occĭdens, -entis, participio activo de occidĕre que significa: caer.
Esto no ocurre en el planeta Venus, que gira en sentido contrario al de la Tierra (rotación retrógrada).
Para un observador en la superficie de Venus, el Sol saldría al oeste y se pondría al este [6] aunque las nubes opacas de Venus impiden observar el Sol desde la superficie del planeta.
En la mitología nórdica hay un enano situado en occidente que sostenía la bóveda del cielo, llamado Vestri.
Los antiguos aztecas creían que Occidente era el reino de la gran diosa del agua, la niebla y el maíz.
Según la Biblia, los israelitas cruzaron el río Jordán hacia el oeste para entrar en la Tierra Prometida.
En la literatura estadounidense (por ejemplo, en El gran Gatsby) moverse hacia el Oeste ha simbolizado a veces la obtención de libertad, quizá como asociación con la colonización del salvaje Oeste (véase también la Frontera estadounidense y Destino manifiesto).