Oclusión dental
El término «oclusión» suele utilizarse para definir las superficies dentales que hacen contacto (Ash, Ramfjord y Teod); sin embargo, el contacto es más amplio y debe incluir las relaciones funcionales, parafuncionales y disfuncionales que surgen de los componentes del sistema masticatorio como consecuencia de los contactos de las superficies oclusales de los dientes del arco maxilar contra los dientes del arco antagonista o mandibular.[1] Se denomina oclusión estática al contacto entre los dientes cuando el maxilar y la mandíbula están cerrados y quietos, mientras que la oclusión dinámica hace referencia a los contactos que se producen cuando la mandíbula está en movimiento.Ampliando el concepto moderno estructurado e integrado, la oclusión dental también debe referirse al estudio de las alteraciones que se constituyen por una mala función del sistema, cuando se altera o falla uno o más componentes de este.Las maloclusiones pueden ser causa de un sinnúmero de problemas, no solo en los dientes sino también en el periodonto, la articulación temporomandibular (atm) y coronas y puentes que pueden fracturarse.Las recesiones gingivales y las efracciones pueden ser exacerbadas por una mala mordida.