Deuda subordinada

Así, se compensa una rentabilidad potencialmente mayor con una mayor exposición al riesgo, pues, en caso de liquidación o quiebra de la entidad emisora, al establecerse el orden de pago a los acreedores, esta deuda se coloca por detrás de los acreedores ordinarios, reembolsándose estos bonos únicamente cuando ya se han satisfecho las deudas ordinarias.

[8]​ Por esta razón y también porque cumple ciertos requisitos que lo asemejan parcialmente al capital social de las entidades de crédito, la deuda subordinada es considerada, junto con las participaciones preferentes, como un híbrido de capital, lo que tiene el beneficio de que computan al 50% como capital y como deuda, manteniendo la calificación crediticia de la empresa.

[9]​ Aunque no son un producto de renta fija tradicional, los tenedores de estos bonos puede venderlos en cualquier momento en el mercado secundario, aunque hay que tener en cuenta que algunas de sus emisiones pueden contar con escasa liquidez, lo que complica las posibilidades de deshacer la inversión realizada.

[10]​[11]​ En marzo de 1996, la Junta Monetaria aprobó y otorgó el primer préstamo subordinado por parte del Banco Central del Ecuador al Banco Continental, lo que supuso el inicio de la utilización de esta figura para entregar recursos públicos a bancos privados.

[12]​[13]​ Para ello, se utilizó una interpretación de la Ley General de Instituciones Financieras según la cual el Banco Central es parte del sistema financiero.

Estructura típica del capital de una empresa.
Orden de prelación en el pago de las deudas de una empresa, donde la deuda subordinada es de menor prioridad de cobro que otras. [ 1 ]