Robert Nozick

Para ello la obra procura primero responder las objeciones que los anarcocapitalistas dirigen al Estado.

Por eso, en su primera parte, y después de exponer ciertos principios liberales básicos que los anarcocapitalistas y los liberales comparten (derechos individuales lockeanos, derecho natural a castigar, etc.), Nozick ofrece contra los anarcocapitalistas un argumento en favor del Estado.

Contrariamente a lo que Rawls parece implicar con su tratamiento el problema, la creación y distribución de los bienes tienen una historia (alguien los creó, alguien los transfirió, etc.) de modo que éstos siempre están vinculados a alguien y resulta, por tanto, injusto intentar determinar su posesión sin atender a dicha historia.

Si los bienes cayeran como maná del cielo, o si nos encontráramos con los bienes como quien se encuentra un pastel que luego hay que repartir, entonces la aproximación de Rawls al problema de la justicia social sería el correcto.

Pero como no es ese el caso, la teoría de Rawls, pese a sus méritos, debe ser rechazada.

Fuera de la crítica a Rawls, Nozick elabora en la segunda parte de la obra -la más extensa del libro- varias críticas a las teorías igualitaristas, socialistas y marxismo.

En términos generales, el argumento de Nozick contra todas ellas descansa en la siguiente idea: En la tercera parte de la obra, Nozick describe una utopía liberal que pretende servir como argumento independiente en favor del Estado mínimo.

Nozick creó el experimento mental del "monstruo utilitario" para mostrar que el utilitarismo promedio podría conducir a una situación en la que las necesidades de la gran mayoría se sacrificaran por un individuo.

[4]​[5]​ Nozick se destacó por su estilo fresco y provocativo, así como por su metodología ecuménica.