Fue bautizado con el nombre del patrón de su ciudad natal, San Nicolás Obispo.
Fracasado el movimiento, Nicolás fue sometido a riguroso y humillante espionaje por parte de las autoridades españolas.
A él y a su hermano Vicente, que ya para esos momentos se encontraba ciego, se les confinó en su hacienda familiar “Toma de agua” en Quezaltepeque, a partir del 2 de abril de 1814.
Trabajó junto a su hermano para obtener jurídicamente su libertad, la cual les fue concedida por indulto en febrero de 1818.
En diciembre de 1942 el gobierno declaró Fiesta Nacional el bicentenario del prócer y en su homenaje don J. Adolfo Peña le compuso un himno.