Eran enanos oscuros que vivían en las profundidades de la tierra y se dedicaban a la extracción de metales preciosos, particularmente oro.
El rey de los nibelungos poseía un anillo que tenía poderosas propiedades mágicas y atraía la desgracia a su portador.
La descripción de estos seres proviene del poema épico medieval del siglo XII el Cantar de los nibelungos de origen germánico, inspirado en diversos conflictos que azotaron a los reinos francos entre los siglos V y VII.
Durante los siglos XVII y XVIII la historia de los nibelungos fue casi olvidada, pero se recuperó con el surgimiento del romanticismo en el siglo XIX.
Posteriormente, el compositor Richard Wagner, basándose en estas leyendas mitológicas, compuso un ciclo de cuatro óperas titulado El anillo del nibelungo que está formado por El oro del Rin, La valquiria, Sigfrido y El ocaso de los dioses.