Su única especie, el olivo de Santa Elena Nesiota elliptica (Roxb.)
El último árbol que quedaba en el medio silvestre murió en 1994, y la única planta que quedaba en cultivo murió en diciembre de 2003, a pesar de los esfuerzos de conservación.
Por tanto, es un ejemplo típico de especies y géneros en extinción.
[1] La extinción de esta especie se debió sobre todo a la destrucción de su hábitat para obtener madera y dar paso a las plantaciones.
Esta especie poseía un mecanismo de autoincompatibilidad que dificultaba su propagación exitosa.