Knorr reconocía que se necesitaba una buena organización en las sucursales para mantenerse al paso con el progreso en la obra de predicar.
Para 1946 había sucursales en 57 países, a pesar de las proscripciones y las dificultades causadas por la Segunda Guerra Mundial.
En los siguientes treinta años, hasta 1976, el número de ellas ascendió a 97.
Exámenes posteriores revelaron que tenía un tumor cerebral inoperable.
Durante varios meses luchó por seguir llevando su carga de trabajo, pero su condición física no le favorecía.