Něco z Alenky

Frustrada por no poder cruzar aún la puertecita hacia donde merodea el Conejo, la agrandada Alicia inunda la habitación con sus lágrimas.

Entonces, un ratón navegante atraca en su cabeza e intenta preparar una merienda encendiendo una fogata con el cabello de la niña.

Alicia no puede moverse por su tamaño, para el horror del Conejo y otros animales surreales, quienes intentan echar entre todos a la gigante de la casa.

Se presenta ella a una sala donde está siendo juzgada por comer las tartas de la Reina, las cuales están expuestas íntegras en el lugar.

Ella aprecia los enseres domésticos que aparecieron en el País de Maravillas durante su narración y, finalmente, a la rota vitrina vacía del Conejo.

Y tras encontrar un par de tijeras en el cajón escondido, se dice a sí misma "Retrasado como siempre, creo que le cortaré la cabeza."