La ceremonia de botadura se limitó a depositar al ya prácticamente finalizado submarino en el agua tras cargarlo en una grúa.
La velocidad en superficie se vio mermada debido a dos factores.
El escaso desplazamiento hacía complicado dirigir al 71, pero el principal problema fue la imposibilidad de conseguir los motores diésel de Daimler-Benz originalmente pensados para la nave.
En su lugar hubo que instalar motores diésel japoneses de menor rendimiento.
Tras ser exhaustivamente probado, el 71 fue desguazado, no sin antes ofrecer valiosa información que fue posteriormente empleada en otros submarinos de alta velocidad, como los de la Clase I-201.