Se trata de un organismo anaerobio sin pared celular, lo que lo hace resistente a la penicilina y otros antibióticos beta-lactámicos.
Además, provoca enfermedades como mastitis en vacas lecheras, artritis en bovinos, neumonía en terneros y, posiblemente, abortos en la fase final de la gestación.
No todos los infectados desarrollan síntomas; algunos actúan como portadores asintomáticos, favoreciendo la propagación entre granjas al trasladar ejemplares aparentemente sanos.
En casos raros, los terneros pueden presentar problemas en la columna vertebral, fatiga, irritabilidad, atrofia muscular, lamido, masticación y mordisqueo.
[5] Existen muchas maneras de prevenir que el ganado contraiga Mycoplasma bovis y otras bacterias patógenas.
Mycoplasma bovis puede analizarse mediante cultivo, PCR (reacción en cadena de la polimerasa) o serología.
Una colaboración entre seis laboratorios europeos (CoVetLab) demostró que los diferentes métodos de PCR utilizados funcionaban correctamente.
[8] El proyecto CoVetLab también evaluó tres métodos serológicos y encontró que dos de ellos tenían un buen desempeño.
Algunos antibióticos actúan dañando la pared celular, por lo que no son efectivos contra las especies de Mycoplasma.
[15] Existen varias vacunas disponibles: Pulmo-Guard MpB, Mycomune Mycoplasma Bovis bacterin y Myco-BacTM B.