[2][3] Para el mus se utiliza la baraja española y normalmente lo juegan cuatro personas agrupadas en dos parejas.
Otra teoría indica que la palabra "mus" proviene del latín, donde muss significa mantenerse callado; si conjugásemos el verbo "musso" en su primera persona del singular sería "mus", que vendría a decir "yo callo", en oposición a "hablar", que representaría el inicio de las rondas de apuestas y de la partida en sí.
Más tarde se extenderán a Madrid las diversas “reglas fixas”, especialmente en las ediciones de 1842, 1855, etc.
[6] También podría derivar del euskera musu (beso) o mustur (morro), con los que se hacen señas para comunicar las cartas.
[7] El mus se juega en toda España, partes de Francia e Hispanoamérica.
Su desarrollo suele depender de las costumbres locales, al menos en la práctica cotidiana y amistosa.
En los campeonatos más serios se suele establecer previamente un reglamento de juego que deben acatar todos sus participantes.
Luego se inicia una nueva mano hasta que alguna pareja consiga los puntos necesarios para ganar el juego.
En el caso de torneos o campeonatos, los reglamentos especificarán las distintas normas a aplicar.
Un comportamiento deshonesto o no acorde con las reglas se sanciona con la pérdida de un juego completo (equivalente a perder un órdago) incluso aunque el incumplimiento haya sido involuntario o por desconocimiento de las costumbres locales.
En el mus no se hace distinción de palos ni hay triunfo, por lo que todas las cartas del mismo número valen lo mismo con independencia del palo al que pertenezcan.
En la práctica, es como jugar con 8 reyes y 8 ases, en este caso sin doses ni treses.
Las rondas comienzan siempre con el jugador mano y continúan hacia la derecha hasta llegar al postre.
Salvo que el juego de boquilla esté permitido en el reglamento o costumbre local, se considera que «la boca hace juego», y por tanto todo lo que se hable sobre cartas o jugadas debe ser verdad o se sancionará con la pérdida del juego por haber tenido un comportamiento deshonesto al haber mentido.
Dependiendo del lugar donde se juegue, se acepta que el primer jugador en hablar de cada pareja, pase a su compañero la opción de mus, indicando «a mi compañero» o «lo que diga mi compañero», en cuyo caso será el compañero, en su turno, el que decida si quiere mus (obligando a su pareja a ir al mus) o si corta el mus.
También suele estar admitido, dependiendo de cada reglamento, que el jugador pueda consultar con su compañero antes de decidir si pide mus, pero siempre sin indicar o hacer referencia a las cartas que tiene.
En esta fase son muy importantes las señas que se hagan los miembros de la pareja, ya que con esas señas un jugador puede tomar la decisión de cortar el mus como si tuviera buenas cartas y llevar él la iniciativa en las apuestas engañando a los rivales, pero en realidad es la pareja la que tiene la jugada buena y en cualquier momento puede sorprender con una apuesta inesperada.
En esta primera ronda, se determinará quién es el jugador mano a través del «mus corrido».
Una vez que se corte el mus, están permitidas las señas y para las siguientes rondas se juega ya sin mus corrido, repartiendo las cartas en las siguientes rondas el jugador que haya sido mano cada vez.
Esta última regla es una adaptación que, según algunos, devalúa el original mus de los vascos, dado que, siendo un juego de honor, el levantarse una carta es un accidente y no busca obtener ninguna ventaja.
Si una pareja acepta un envite (o una subida), esta apuesta queda también para el recuento al final de la mano.
Si una pareja no acepta un envite (o una subida), entonces ese lance se da por ganado a la pareja que ha hecho el último envite, cobrándose los tantos que le correspondan por haber sido rechazada su apuesta.
Una vez terminados los cuatro lances, todos los jugadores muestran sus cartas y se realiza el tanteo.
Si un jugador envida y ningún contrincante la acepta o la sube, ese jugador gana el lance y obtiene un tanto en concepto de deje o porque no, que cogerá en ese momento.
El órdago puede ser lanzado por cualquier jugador y en cualquier lance, ya sea en sustitución del envite (órdago directo) o como respuesta a un envite o una subida de la pareja contrincante.
Tradicionalmente, no está permitido mentir en el caso de que la pareja contraria pregunte sobre una seña.
Sin embargo, en la mayoría de reglamentos con los que se disputan los torneos, esta norma es justo al revés: si un jugador cree haber visto una seña y pregunta, el contrario no está obligado a responder.
A día de hoy, por desgracia, no existe un reglamento técnico que unifique las normas más importantes por las que se debe regir este juego en todo el territorio musístico, aunque algunas personas han realizado intentos con mayor o menor éxito.
El problema es que entre las zonas donde se practica el mus, existen variaciones que, aunque apenas alteran significativamente la esencia del juego en la parte técnica, alteran sobremanera la forma de actuar y tomar decisiones en los lances.
A falta de un ente u organismo que regule en todo el territorio estas reglas o normas, podemos atenernos, según zonas, a varios reglamentos más o menos serios que en la actualidad existen.