El Municipio de Comapa estuvo poblado desde la época prehispánica y hasta la fecha se conservan vestigios de distintos asentamientos, mismos que se encontraban diseminados en terrenos escarpados y a considerable distancia unos de otros, como era característico entre las culturas indígenas.Tras la conquista, la Corona española tomó la decisión de concentrar a los distintos grupos indígenas diseminados a lo largo del territorio para facilitar la administración y los esfuerzos de evangelización.Para ello, durante la segunda mitad del siglo XVI y la primera mitad del siglo XVII construyeron pueblos en las planicies o mesetas cercanas a los viejos asentamientos y obligaron a los pobladores de la zona a mudarse.Como parte de los esfuerzos de congregación, se construyó una iglesia en el pueblo dedicada a Santa María Magdalena (aunque la iglesia actual es una reconstrucción del siglo XIX) y se le dio al pueblo un fundo legal de 600 varas a los cuatro vientos medidas desde la pared de la Iglesia, tierras comunales destinadas a que los habitantes pudieran vivir y producir ganancias suficientes para pagar sus tributos.Dos de esas propiedades, Boca del Monte y Sonora, pertenecieron a dos hermanos: Rafael e Isidro Jácome, respectivamente.Rafael Jácome y su esposa tuvieron diez hijos: Seis de los hijos construyeron sus residencias junto a la de sus padres en la colina, por lo que para la primera década del siglo XX ya había siete grandes casas en el casco formando una herradura.Sus hijos se repartieron la Hacienda, quedándose cada uno con una superficie de 1046 hectáreas, 96 áreas y 86 centiáreas, salvo por Pablo, el hijo mayor, que recibió 1108 hectáreas, 14 áreas y 06 centiáreas.Se consolidó como un importante punto de intercambio comercial y cada domingo, en la explanada del casco frente a las casas de la familia Jácome, se instalaba un pintoresco mercado tradicional con productos traídos de pueblos cercanos y lejanos por campesinos y comerciantes.Los orígenes de don Hilario Lagunes están envueltos en misterio.Por muchos años El Coyol estuvo habitado por las familias Lagunes y Muñiz y siempre se consideró una localidad importante, a pesar de tener una población limitada, porque sus habitantes fueron prominentes ganaderos.Las tierras se mantuvieron en manos de la familia de hacendados originales, al grado que se decía que El Coyol era el lugar 'a donde no llegó la Revolución'.Este matrimonio estableció el casco de su nueva propiedad en el actual poblado de San Felipe, donde construyeron una Iglesia y una casa grande, y tuvieron cuatro hijos: Unos años después, en 1891, le compraron a los nuevos dueños de la Hacienda de Boca del Monte, Rafael Jácome y Antonina Jácome, un extenso predio adicional ubicado entre San Felipe, El Jobo y Sonora, con el cual duplicaron sus tierras.Asimismo, le dieron trabajo y tierras para siembra a los campesinos de la zona durante muchas décadas.Miles de hectáreas les fueron expropiadas, fragmentando completamente la propiedad.Durante la segunda mitad del siglo XIX estos terrenos (denominados "El Limón, Sonora y el Varejonal") fueron adquiridos por don Isidro Jácome - hermano de Rafael Jácome, el dueño de la Hacienda de Boca del Monte - y su esposa doña María del Carmen Rosado.