Procesos reproductores como los citados, en los que un único organismo origina su descendencia, se denominan científicamente “reproducción asexual”.
En este caso, la descendencia obtenida es idéntica al organismo que la ha originado sin la necesidad de un gameto.
Hasta 2010, se pensaba que el sistema cromosómico ZW utilizado por los reptiles era incapaz de producir descendencia WW viable, pero se descubrió que una boa constrictor hembra (ZW) había producido descendencia femenina viable con cromosomas WW.
En los armadillos de nueve bandas (Dasypus novemcinctus), este proceso es obligatorio y normalmente da lugar a cuatrillizos genéticamente idénticos.
[11] Estas adaptaciones incluyen un mecanismo extremadamente eficiente para reparar roturas de la doble hebra del ADN.
En cambio, presenta la gran desventaja de producir una descendencia sin variabilidad genética, clónica, al ser todos genotípicamente equivalentes a su parental y entre sí.
Por lo tanto esa especie podría desaparecer, salvo que haya algún individuo portador de una combinación para adaptarse al nuevo medio.
Las hipótesis actuales[19] sugieren que la reproducción asexual puede tener beneficios a corto plazo cuando el rápido crecimiento de la población es importante o en entornos estables, mientras que la reproducción sexual ofrece una ventaja neta al permitir una generación más rápida de diversidad genética, permitiendo la adaptación a entornos cambiantes.
Las limitaciones del desarrollo[20] pueden ser la razón por la que pocos animales han abandonado completamente la reproducción sexual durante sus ciclos de vida.
Casi todos los modos de reproducción asexual mantienen la meiosis, ya sea en una forma modificada o como vía alternativa.