Muhammad III ibn al Husayn

La represión fue implacable pero la constitución de 1861 fue suspendida y las tasas bajadas a la mitad.

La población acogió su caída con alivio y con ceremonias dando gracias a las mezquitas.

En 1877 los otomanos pidieron al bey el envío de ayuda en la guerra contra Rusia.

Francia presentaba las mayores ambiciones para dominar el país y una vez firmado el tratado de Berlín en 1878, no dudó en intervenir, pese a los esfuerzos italianos para retrasar el proceso.

Muhammad al-Sadik ofreció todo tipo de disculpas y satisfacciones; el Imperio otomano, que conservaba la alta soberanía, protestó.

El bey tuvo que firmar el tratado del Bardo o de Kassar Said, por el que transfería a Francia los asuntos exteriores y aceptaba la presencia en Túnez de un ministro residente francés.