En un viaje a Roma un cardenal italiano, agradecido por las atenciones mostradas hacia él cuando visitó la corte española, le regaló un cofrecillo con el lienzo que contenía la Santa Faz.
Dicho lienzo se cree que es uno de los pliegues del paño con el que una mujer había enjugado la cara de Cristo en su camino al Calvario.
La finalidad del regalo es que fuera venerado en las tierras de Mosén Pedro Mena.
Repetido el fenómeno y posiblemente, arrepentido de haber olvidado el encargo del cardenal, expuso al público la Santa Faz, colocándola en el presbiterio, sobre una tabla, junto al altar mayor, y explicando a los fieles la devoción que merecía.
Esta reliquia conocida como la Santa Faz, sigue siendo venerada hasta la actualidad en un monasterio próximo a Alicante.