Se caracterizan por tener patas traseras gruesas, un cuerpo encorvado y un abdomen alargado, en forma punteaguda (el pigidio) en las especies más grandes.
Los mordélidos son muy activos y al ser agarrados realizan movimientos giratorios que parecen ser volteretas.
Son el resultado de los esfuerzos del escarabajo por volver a posicionarse para poder emprender vuelo.
Un giro adicional en torno al eje transversal (frecuencia inferior) resulta en saltos con forma de tornillo.
[3] Saltos de menos potencia, pero efectuados con una técnica similar se pueden observar en coleópteros de la familia Melandryidae (= Serropalpidae) (Orchesia) y en la familia Scraptiidae (Anaspis), lo cual permite suponer que esta habilidad locomotora tenga origen en una filogénesis más general no atribuible únicamente a los mordélidos.