Miguel Pselo

Miguel Pselo (Nicomedia, c. 1018-1078; en griego: Μιχαήλ Ψελλός, romanizado: Mikhaēl Psellos) fue un humanista, político, filósofo neoplatónico, poeta, orador e historiador bizantino del siglo XI, llamado el Joven para distinguirlo del filósofo homónimo que vivió en el siglo IX.Ocupó los más altos cargos del gobierno imperial durante treinta y seis años, bajo siete emperadores de tres dinastías distintas.Auténtico polígrafo, escribió sobre teología, derecho, filología, arqueología, historia, alquimia, matemáticas, medicina, etc. Fue el espíritu más cultivado, la mente más lúcida de su época y un auténtico artista.[1]​ Constantino Pselo[2]​ nació en el seno de una modesta familia residente en Constantinopla.Así, Pselo tuvo el cargo de juez al menos en tres themas de Asia Menor (Tracesios, Bucelarios y Armeniacos), sin que se sepan exactamente las fechas.Pselo se quedó únicamente con una hija adoptiva, Eufemia, pero el compromiso de la chica con un joven de buena familia debió romperse, lo que provocó incluso un proceso legal contra el historiador.La experiencia del retiro monástico resultó muy decepcionante para Pselo, sobre todo por la ignorancia e inactividad de sus compañeros de hábito, a los que llamó después «gentes groseras e incultas, verdaderos escitas».Gran admirador de Platón y, en especial, del neoplatonismo, se esforzó por presentar esta corriente filosófica ajena del paganismo, como un esfuerzo imperfecto que alcanzó con el cristianismo su perfecta coronación.A pesar de que recuperó e incluso incrementó la influencia perdida, lo hizo ya desde su condición de monje, y su autoridad ya no se basó más en títulos o dignidades concretas.El patriarca, depuesto y desterrado, murió antes de que las acusaciones de Pselo se hicieran públicas ante el sínodo convocado en la capital, pero su deposición hizo ganar a Pselo la animadversión del populacho y prestigio ante el emperador, que nombró además patriarca a Constantino III Leicudes (1059-1063), viejo amigo suyo.Entonces el eunuco Nicéforo le acusó de mantener relaciones adúlteras con la emperatriz.Diógenes, convertido en coemperador, desconfiaba del intrigante Pselo y temía dejarlo en la capital mientras él partía en campaña.Pselo estuvo detrás de esta decisión, pues fue el que instó al César Juan Ducas, hermano del fallecido Constantino X y cabeza visible de los Ducas, a dar este paso, tal como señala en su historia.La recuperación del poder efectivo por parte de la familia Ducas beneficiaba a Pselo, que era íntimo amigo del César (son muchas las cartas dirigidas a él que se conservan) y tenía un gran influencia sobre Miguel Ducas, su pupilo imperial.Aunque resulta difícil creer que la compasión de Pselo hacia Romano Diógenes fuera sincera, siendo él mismo responsable de su final, es posible tuviera remordimientos y no pensara que el enfrentamiento entre Diógenes y Miguel Ducas desembocara en una pequeña guerra civil y mucho menos que acabara con Romano cegado por los sicarios imperiales.Muchas permanecen aún inéditas y otras le han sido falsamente atribuidas.Ello explica, por otra parte, la parcialidad de sus opiniones en esta obra, que unas veces disimulan la verdad y otras la deforman.Así, se esforzó en encontrar explicaciones racionales y científicas a fenómenos pretendidamente mágicos o misteriosos, y aunque no negó la existencia de los demonios ni su capacidad para generar males, sostuvo que el cristiano debe emplear sólo la fe en Dios para defenderse de ellos.Psellos repuso algo hipócritamente que estudió los sistemas filosóficos pero siempre refiriéndolos a las Escrituras.
Mosaico de Constantino Monómaco y Zoe en Hagia Sophia .
Compendium mathematicum , 1647