Con tal donación la Universidad Nacional de Tucumán constituyó la Fundación Miguel Lillo (inaugurada en 1933).
Especializado en botánica, fue sin embargo buen escritor al dedicarse a otras ramas de la ciencia, en particular la química y la zoología.
Se empeñó también en la ornitología -disciplina en la cual también devino una autoridad-, la lingüística, la literatura clásica, estudiando asimismo las lenguas indígenas.
Además recorrió gran parte de la República Argentina, desde Buenos Aires al norte.
Además por Formosa, Chaco y la Mesopotamia argentina, llegando a la isla Martín García.