Miguel I Cerulario

[2]​ Su enfrentamiento con la Iglesia católica se inicia en Roma, cuando, tras acusarla de herejía judaica por utilizar pan ácimo en la Eucaristía,[3]​ ordena que se cierren todas las iglesias de rito latino en Constantinopla que no adopten el rito ortodoxo, se apodera de todos los monasterios dependientes de Roma y arroja de ellos a todos los monjes que obedecían al Papa, y dirige una carta al clero en la que renovaba todas las antiguas acusaciones contra las dignidades eclesiásticas occidentales.El papa León IX, que amenazado por los normandos, buscaba una alianza con el Imperio mandó, en 1054, una embajada a Constantinopla encabezada por su colaborador, el cardenal Humberto de Silva Candida, y formada por los arzobispos Federico de Lorena y Pedro de Amalfi.Los legados papales negaron, a su llegada a Constantinopla, el título de ecuménico al patriarca, el segundo puesto en la jerarquía eclesiástica de Constantinopla y, además, pusieron en duda la legitimidad de la elevación de Cerulario al patriarcado.El patriarca se niega entonces a recibir a los legados y Humberto responde publicando su Diálogo entre un romano y un constantinopolitano, en el que se burla de las costumbres orientales.El 24 de julio de ese mismo año, Cerulario responde excomulgando al cardenal y a su séquito[6]​[7]​, con lo que se inició el Cisma.