En la hematopoyesis, ambos términos se refieren a células sanguíneas que se originan de una célula progenitora para granulocitos, monocitos, eritrocitos, o plaquetas[1][2] (el progenitor mieloide común o CMP) y a menudo incluso más específicamente a la línea del mieloblasto (los mielocitos, monocitos, y sus tipos hijos); por tanto, aunque todas las células sanguíneas, incluso los linfocitos, nacen de la médula ósea, las células mieloides en un sentido específico del término puede distinguirse de las células linfoides, es decir, linfocitos, los cuales vienen de células progenitoras linfoides comunes (CLPs) que dan lugar a las células B y las células T.[2] La diferenciación de estas últimas (es decir, linfopoyesis) no está completa hasta que migran a los órganos linfáticos tales como el bazo y el timo para programarse por exposición a antígenos.
Hay otro significado de mieloide que significa "perteneciente a la médula espinal", pero es mucho menos usado.
Mieloide no debería confundirse con mielina, refiriéndose a una capa aislante que cubre los axones de muchas neuronas.
Los neoplasmas mieloides siempre conciernen a la médula ósea y están relacionados con las células hematopoyéticas.
En la actualidad, las líneas celulares mieloides son muy utilizadas en laboratorios de investigación por su rápida proliferación.