Desde 1981 es miembro asociado del Observatorio Astronómico Vaticano y desde 1991 pertenece a la Academia Pontificia de las Ciencias.
Sería el padre de Heller, ingeniero eléctrico y mecánico, muy interesado durante toda su vida por las cuestiones teóricas fundamentales, quien inspiraría el amor a la ciencia a su hijo, influyendo decisivamente en su vocación investigadora.
Heller hizo el bachillerato en Mościce, estudió en la Universidad Católica de Lublin y fue ordenado sacerdote en 1959.
No obstante, fueron la continua preocupación por las cuestiones fundamentales y los esfuerzos por ofrecer una perspectiva unitaria de la realidad, conocida por las ciencias y creada por Dios, sus principales valedores para la concesión del premio Templeton en 2008.
Mediante las matemáticas, podemos penetrar en la estructura interna del universo, que resulta de otro modo inaccesible para el ojo humano.
Es en la cosmología actual donde se manifiesta más claramente la inestabilidad de la frontera entre ciencia, filosofía y teología.