Ramos murió cuando su hijo más joven tenía siete años, quedando Aquino al cargo de la familia.
En su provincia Aquino poseía una tienda que se convertiría en un refugio para los revolucionarios enfermos y heridos.
Las reuniones secretas de los Katipuneros (revolucionarios) también se celebraban en su casa.
Así fue merecedora de ser llamada Madre del Katipunan o revolución.
Sus restos mortales yacen en el cementerio público conocido como Himlayang Pilipino.