Sus acciones al frente de la legación suiza en Budapest durante Segunda Guerra Mundial, permitieron que numerosos ciudadanos judíos de Hungría sobrevivieran a la persecución del Régimen Nazi.
Su primer destino como agregado a la Embajada Suiza fue Roma, donde permaneció hasta 1911.
En Viena, Jaeger solo se desempeñó como Cónsul General por un corto tiempo.
Lutz confirmó más tarde que Jaeger siempre le había permitido libertad de acción con plena confianza mutua.
Tras su marcha, fue representado por Harald Feller como encargado de negocios.