Este negocio ubicado en la Avenida Bolívar N° 375, edificio que hoy tiene una placa recordatoria que colocó la jefatura de la ciudad de Buenos Aires, fue el primero en ingresar al país equipos proyectores y filmadoras.
Al alejarse definitivamente Enrique Lepage en 1908, Max Glücksman compra la firma resultante de la sociedad entre los tres hombres y abre salas para la exhibición cinematográfica, no sólo en Buenos Aires sino en el interior del país y en Montevideo.
Hasta el año 1930 su empresa cinematográfica hizo noticieros sin sonido y algunas cintas sonoras, pero debido al crac del 29 tuvo que vender estas salas y se quedó con el negocio discográfico.
Tuvo éxito, y pronto se involucró en la labor de grabación discográfica con su empresa "Discos Glücksmann".
Glücksmann se dispuso a capturar el mercado discográfico de tango, una tarea que logró con mucho éxito.
En 1914 había obtenido esencialmente el control global de la industria discográfica argentina, marginando a su único competidor, Víctor Talking Machine, por el simple hecho de firmar exclusivos contratos a largo plazo con los mejores músicos y, más astutamente, los mejores compositores.