Bergson se oponía a esta reducción del espíritu , defendiendo una postura netamente antirreduccionista.
Este tipo de memoria es automático y se inscribe en el cuerpo con un propósito utilitario.
Cada uno de sus cuatro libros principales siguen la misma estructura: responder a un problema específicamente planteado.
Para Bergson, Descartes erraba al plantear materia y memoria como "sustancia" o "res", sin separarlos.
Contentarse con reaccionar a estímulos externos significa no ser consciente del acto, viviendo una existencia puramente corporal.
Cada elemento permanece siempre en uno u otro dominio, necesitando la unión de cuerpo y alma para lograr la verdadera consciencia.
Para Bergson, la "persona impulsiva" suspende su consciencia y permanece en el campo irreflexivo del automatismo.
Bergson muestra cómo la experiencia subjetiva del recuerdo puede ser entendida en un marco seleccionista.