(Las otras acciones del Premio de ese año fueron otorgadas a Raymond Davis Jr.
y Riccardo Giacconi de los Estados Unidos) El trabajo galardonado de Koshiba se centró en los neutrinos, partículas subatómicas que habían dejado perplejos a los científicos durante mucho tiempo.
Desde la década de 1920 se sospechaba que el Sol brilla debido a reacciones de fusión nuclear que transforman el hidrógeno en helio y liberan energía.
Posteriormente, cálculos teóricos indicaron que en estas reacciones deben liberarse innumerables neutrinos y, en consecuencia, que la Tierra debe estar expuesta a una inundación constante de neutrinos solares.
Después de construir un detector más grande y sensible llamado Super-Kamiokande, que entró en funcionamiento en 1996, Koshiba encontró pruebas sólidas de lo que los científicos ya habían sospechado: que los neutrinos, de los cuales se conocen tres tipos, cambian de un tipo a otro en vuelo; esto resuelve el problema de los neutrinos solares, ya que los primeros experimentos solo pudieron detectar un tipo, no los tres.