Un mártir (del griego «μάρτυς, -υρος», «testigo») es una persona que sufre persecución y muerte por defender una causa, generalmente religiosa, aunque también creencias o convicciones, con lo que da «testimonio» de su adhesión a ella.
[1] En el mundo occidental de tradición cristiana, la palabra tiene históricamente connotaciones religiosas, pues se ha considerado que un mártir era una persona que moría por su fe religiosa y, en muchos casos, era torturada hasta la muerte.
Los mártires cristianos de los tres primeros siglos después de Cristo eran asesinados por sus convicciones religiosas (a veces eran crucificados como Cristo) de la misma manera que los prisioneros políticos romanos o arrojados a los leones en un espectáculo circense.
Sin embargo, algunos historiadores de la Iglesia, como por ejemplo John Fletcher y Alfonso Ropero afirman que ha habido más mártires cristianos en el siglo XX que en el conjunto de los diecinueve siglos anteriores.
La Santa Sede, suele poner especial cuidado y esmero en el estudio de las causas relacionadas con personajes controvertidos.