Como comadrona, Colinet perfeccionó en Alemania las técnica de realización del parto por cesárea, que no habían cambiado desde los tiempos de Julio César.
Además, asistía a su marido en las operaciones de cirugía y cuidaba de los pacientes durante los viajes del mismo.
En 1624, Colinet tuvo la idea de usar un imán para extraer metal incrustado en un ojo humano.
Su marido escribió una detallada descripción del procedimiento en su libro Centuriae, dejando claro que la idea había sido de su mujer.
A pesar de ello, el crédito del descubrimiento lo recibió su marido.