Maribel Martín

En esa época trabaja igualmente a las órdenes de directores como José María Forqué (en Accidente 703, 1962), Luis García Berlanga (Las cuatro verdades, 1962) o Ana Mariscal (El camino, 1963).

Su gran belleza física adornada con cierto aire de fragilidad y vulnerabilidad la convierten en la intérpete adecuada para intervenir en un género novedoso en España, el terror, y despunta en filmes como La residencia (1969), de Narciso Ibáñez Serrador o La novia ensangrentada (1972), de Vicente Aranda, que compagina con incursiones en comedia: La cera virgen (1972), de nuevo con Forqué.

Con posterioridad protagoniza Últimas tardes con Teresa (1984) y actúa en Los santos inocentes (1984), de Mario Camus.

Funda en esa época la productora Ganesh Films junto a su marido, el también actor Julián Mateos, con quien tuvo su único hijo en 1985, y se retira del mundo de la interpretación en 1989, tras rodar El niño de la luna de Agustí Villaronga.

Reaparece en 2018 para la gran pantalla en el documental "La última toma" dirigido por Jesús Ponce sobre la figura de Claudio Guerin narrando su experiencia personal a las órdenes de dicho director.