Marianela (ópera)

En algunas obras del compositor catalán podemos ver grandes similitudes con cualesquiera de estas vertientes musicales.

En este periodo podemos destacar grandes aportaciones al género de Francisco Alonso, Jacinto Guerrero, Pablo Solozábal o Federico Moreno Torraba.

[3]​ El uso de la música popular no pasó desapercibido, pues la crítica nacionalista no perdonó que Pahissa utilizara las canciones populares con mero fin melódico, pues estas iban ligadas de un significado representativo.

Tampoco perdonaron el uso del castellano en la música y por tratar un tema no catalán.

Pahissa buscaba sobrepasar los límites del nacionalismo impuestos por la lírica española y buscar una música con un sentido más global, por ello trató de europeizar la música catalana con la búsqueda de un lenguaje universal.

Pahissa es de los primeros compositores españoles que se adentra en el mundo expresionista, e incluso en los sistemas dodecafónicos desarrollados por Arnold Schönberg.

Así pues, Marianela está llena de experimentos y novedades basadas en resoluciones armónicas desconocidas.

Marianela aparece cantando y toma de la mano a Pablo para dar el paseo diario.

El Patriarca recomienda a su hijo que no se aleje mucho de casa.

Pablo vuelve del paseo acompañado de su lazarillo, Marianela coge flores para el niño y el pobre infeliz las acaricia como si las estuviera escuchando, ya que no puede verlas.

Marianela está allí porque ella es la primera a quien Pablo quiere ver en el caso de que se curase.

Marianela da un grito de dolor supremo y echa a correr hacia la montaña.

Pablo queda extasiado por la impresión que le ha producido la belleza de su prima, y pronunciando el nombre de Florentina parece entregarse a las nuevas sensaciones que le produce ver un bello rostro.

Aparece el médico exponiendo un presagio de una tremenda injusticia en la que nadie va a ser culpable.

Pablo se acerca a Marianela, y la tremenda revelación produce, con la desagradable sorpresa del que cuando era ciego la veía con los ojos del alma, tal afecto de dolor sin esperanza en la que fue su lazarillo inesperable, que el raquítico cuerpo de Marianela no resiste aquella sacudida, y el esfuerzo realizado ahora las últimas energías del espíritu.

Marianela muere de pena: Los ojos que la vieron, la mataron...[5]​ La estructuración por escenas de la ópera responde a una propuesta del profesor Emilio Casares Rodicio para estudiar la partitura; pero en realidad no hay ni números ni escenas, solo actos.