Marco abandona la familia cuando Amalia contaba con apenas cinco años de edad.
Margarita para garantizarle una educación cristiana y cultural, se transfirió a Este (Padua) y la deja en manos de las religiosas canosianas.
Allí nace en cierto modo la vocación de Amalia, quien a los 17 años ingresa a las Hermanas del Sagrado Corazón (canosianas), las cuales abandona para pasar a las Siervas de María de Galeazza, por su identificación con la espiritualidad servita.
Mientras contaba con vida, Maria Elisa llevó a la consolidación su proyecto: asumió nuevas actividades, como la catequesis y el servicio de enfermería, llevó el instituto a otras ciudades italianas y a Brasil (1921) y consiguió la aprobación pontificia (1931).
[2] Sus restos descansan en el Centro Mariano de Rovigo (Italia).