El cura y los testigos de la ceremonia también parece que fueron personas relacionadas con el teatro.
Tras esto, Marcela y su hermano dos años menor fueron criados por una sirvienta de confianza, llamada Catalina.
Existe un cierto desacuerdo entre los autores que han estudiado y escrito sobre Marcela, pues una tachadura en la fecha, que se repite en las actas del Archivo de las Madres Trinitarias, hace que no estén claros los años de entrada y toma de hábito y profesión.
Otros cargos que ocupó Sor Marcela en los años posteriores son el de ministra (superiora) del convento en los trienios 1663-1666, 1669-1672, 1675-1678 y 1683-1685.
Finalmente, sor Marcela falleció en 1688 a los 82 años de edad.
Vivió en la religión 66 años, en todos los cuales fue grande el rigor de la vida en no faltar a la más pequeña obligación.
Fue continua en el coro, de gran espíritu y entendimiento tan superior a su edad, ya que más parecía ilustración divina.
No se le oyó en su última enfermedad un ay, habiendo sido de muy sensibles dolores.
En el siglo XIX se encargó a la trinitaria Carmen del Santísimo Sacramento que hiciera una copia de este manuscrito para que pasara a formar parte de los fondos de la Real Academia Española, pero parece que censuró algunas loas.
[4] Sus piezas teatrales se caracterizan por exageraciones que rozan lo caricaturesco, por variaciones de tono y matices lingüísticos, las ingeniosidades, las parodias, el enfrentamiento entres personajes alegóricos (personajes como Religión, Verdad, Paz, se enfrentan al Apetito, al Mundo, a la Mentira...), etc., mientras que en la lírica describe con elocuencia esos encuentros consigo misma y con Dios a través de la soledad.
Sus poemas místicos están llenos de un vocabulario religioso, mientras que en las loas y coloquios deja ver la vida diaria y el habla conversacional del Madrid del momento.
Sus coloquios siguen la estructura habitual: obras alegóricas de un solo acto.
A diferencia de su padre o su padrino, sor Marcela solo usa cuatro o cinco personajes por coloquio, incluyendo alguno no abstracto como el Hombre, quizás también por las restricciones con las que contaba en el convento, ya que muy pocas monjas se ofrecían a actuar para representar sus obras.
[4] Es destacable que este teatro de sor Marcela está escrito por y para mujeres, para fortalecerlas en la fe, y que, a diferencia del teatro que se producía en el exterior, tenía prácticamente siempre el mismo público, donde las monjas veían a sus propias compañeras representar las obras.
Estas obras teatrales nos presentan “un cuadro de costumbres monásticas”, pues a través de aquello que se quiere evitar se nos muestra lo que era común en el monasterio.
La rima irregular, que no aparece en otros autores de la época, parece explicarse por la mayor libertad con la que contaba sor Marcela en estas representaciones conventuales.
Atendiendo a su producción poética, se conservan cinco romances en esdrújulos, para celebrar acontecimientos comunitarios, con magistrales tintes irónicos en A la miseria de las provisoras, y veintidós romances de ocho y siete sílabas.
Igualmente, escribió su autobiografía, en dos tomos, que ella misma quemó antes de morir, noticia que se conoce por dos octavas escritas a su memoria por la madre Francisca de Santa Teresa.
Sin embargo, a diferencia de Santa Teresa que describe la unión mística con Dios, sor Marcela apela al anhelo por esa unión, acercándose más a la lírica barroca y renacentista.
Sus veintidós romances se configuran como la parte más extensa de su apartado poético.
Algunos menos extensos, de siete sílabas, se pueden considerar romancillos.
Particularmente en sus romances sor Marcela nos acerca a la poesía barroca, y ya Menéndez Pelayo relacionó su poesía con los temas del siglo XVI y alabó sus romances.
Sor Marcela hace un canto al retiro, al alejarse de las actividades rutinarias y sumirse en la soledad para alcanzar la mayor paz posible, mientras que esa falta de soledad hace que aflore en ella el mal humor.
No obstante, sor Marcela coloca los esdrújulos al principio conscientemente para subrayar al final del verso características relacionadas con el motivo principal del poema.
Obra completa : coloquios espirituales, loas y otros poemas (1a.
Obra completa : coloquios espirituales, loas y otros poemas (1a.
Voces del convento: Sor Marcela, la hija de Lope.