Esta doble herencia cultural se dejará notar en su amor por otras culturas y su gusto por viajar.
Tanto es así que pronto abandonará la abogacía, ejercida en Marsella entre 1920 y 1924, para dedicarse a recorrer el mundo.
Respecto de la primera, que le valió más que su labor como novelista la entrada en la Academia Francesa en 1964, podemos destacar una serie de trabajos relacionados con el renacimiento italiano: Botticelli, Giotto, Leonardo da Vinci o Maquiavelo, y con el romanticismo alemán: Alemania romántica (4 volúmenes), Goethe, Robert Schumann y el alma romántica.
Además, fue cofundador de la revista Los Cuadernos del Sur y colaborador en Novedades literarias y en Le Monde, canales que aprovecharía para dar a conocer en Francia a autores como Rainer Maria Rilke, James Joyce o Dino Buzzati.
Su obra como crítico e historiador es de un enorme valor tanto por su riqueza como por la sensibilidad de su aproximación, aunque esto no debe desmerecer su producción novelística.