El ADN, por ejemplo, es un marcador molecular que contiene información sobre trastornos genéticos, genealogía y la historia evolutiva de la vida.
Se utilizan regiones específicas del ADN (marcadores genéticos) para diagnosticar el trastorno genético autosómico recesivo, fibrosis quística,[1] afinidad taxonómica (filogenética) e identidad (código de barras del ADN).
Estos marcadores permiten la amplificación de una secuencia particular dentro del genoma para comparación y análisis.
Por ejemplo, un marcador RAPD es dominante (identificando solo una banda de distinción) y puede ser sensible a resultados reproducibles.
[8] Actualmente, los marcadores SNP han resultado ser una herramienta potencial en los programas de mejoramiento en varios cultivos.
[9] El mapeo molecular ayuda a identificar la ubicación de marcadores particulares dentro del genoma.
Los marcadores codominantes pueden usarse en el mapeo, para identificar ubicaciones particulares dentro de un genoma y pueden representar diferencias en el fenotipo.
[12] Los marcadores genéticos pueden ayudar en el desarrollo de nuevos rasgos novedosos que se pueden poner en producción en masa.
Los rasgos cualitativos (requiere menos de 2 genes), como el color, se pueden identificar utilizando MAS (selección asistida por marcadores).
Esta resistencia es inferida por un gen particular que puede seguirse usando MAS (selección asistida por marcadores) y QTL (loci de rasgos cuantitativos).
Tiene 5 aplicaciones en pesca y acuicultura: Los marcadores moleculares desempeñan un papel crucial en la detección de enfermedades genéticas, permitiendo identificar mutaciones específicas asociadas a diversas patologías hereditarias.
Además, son fundamentales en la medicina personalizada, ya que facilitan la adaptación de tratamientos médicos basados en el perfil genético individual del paciente, optimizando la eficacia terapéutica y minimizando efectos secundarios.