Maravilla (zarzuela)

En sus tramas y argumentos, se utiliza poco las acciones tratadas en épocas actuales, reservadas para las revistas musicales o los sainetes, mientras se recurren a otras épocas anteriores al conflicto bélico, o las de siglos anteriores.En el apartado musical, Federico Moreno Torroba, un compositor cuyo nombre se había cimentado antes y durante la guerra, demuestra una vena creativa incesante, al crear una partitura variada, bien ajustada a una trama ligera, pero sobre todo, al tener las conexiones con el mundo de la lírica, para desarrollar una música de amplios vuelos.Zarzuela castiza, elegante y momentos dramáticos que nada tienen que envidiar a cualquier ópera, como es el caso en la celebérrima “Romanza de Rafael” (Amor, vida de mi vida).[3]​ También parece un homenaje a Madrid, al que Torroba regresó pletórico y lleno de proyectos, finalizada la contienda: “¡Ay Madrid, por fin te veo!, se deslumbra mi alma con la luz de tu cielo.A través de la tierra, por los mares inmensos, en las noches triunfales te enviaba mil besos”.Manuela-Maravilla ha ido creciendo al lado de un convento que tiene a Emilio por jardinero.Tras despedirlos, corre a saludar a su marido, el cual está visiblemente molesto por toda la situación; en su conversación se descubre que Manuela al quedar huérfana, fue criada por las monjas, y luego alentada por ellas, se casó con Emilio.Al final se presenta el mismo Zabala, que tras escucharla un poco, alaba sus virtudes y porvenir.Esto despierta las sospechas en Agapito, que teme por la hija de Manuela, Elvira, a la cual tiene seducida.Hace acto de presencia Rafael, causando gran revuelo entre las muchachas del taller, viene buscando limosna para Don Samuel, un pobre músico ambulante, demostrando un gran altruismo y despertando la admiración de ellas; aprovechan la ocasión para espabilar a Rafael y animarle a declararse ante Elvira, la cual al ver los intentos se ríe en su cara y aprovecha para dar coba a Faustino.Al salir del camerino, aparece Faustino con Elvira a su brazo, la cual entrega a Rafael, recomendándole su cuidado y haciendo gala de algo de honestidad; Anita, ante esta escena, corre tras él.