A la religiosa se le otorgaban diversos dones tales como la lectura de las almas.
[1] Otro milagro atribuido a la religiosa sucedió cuando un albañil que trabajaba en el convento cayó al vacío precipitándose al suelo con suavidad y balanceándose, sin morir ni sufrir daños, pues el obrero se había encomendado a la monja.
Según los legajos su cuerpo permaneció incorrupto[1] y mantenía la sangre fresca.
[2] Su cuerpo actualmente no se conserva, pues desapareció en el incendio del convento en 1925.
Ambos retratos fueron realizados por el pintor tinerfeño José Tomás Pablo (1718-1778).