Fue galardonada en las primeras dos ediciones del Salón Ernesto Avellán de la Sala Mendoza, en 1973 y 1974, con el primer premio en ambas ocasiones.
Para 1975 incursiona dentro del campo de la pintura, en relación con el trabajo desarrollado con el computador.
Al año siguiente continúa trabajando dentro de lo pictórico y lo relaciona con la fotografía.
Comienza a realizar una serie de dibujos y gráfica con proposiciones figurativas.
Se destacó en obras de serigrafía en las que buscaba crear efectos en la retina.