La pequeña Anna Maria mostraría desde su más joven y tierna edad un gran fervor religioso.
[2] Continuó viviendo en el hogar familiar para servir a Dios como virgen consagrada, como era costumbre en aquellos días.
[3] Anna María, bajo la dirección espiritual del Padre Giovanni Pessiri se fue a vivir en compañía de algunas hermanas terciarias, en una casa particular, desde la cual partían para llevar auxilio y asistencia a los pobres en nombre del Evangelio, donde permaneció hasta su muerte.
Durante su vida, Anna Maria Gallo tenía el don de la profecía.
En la capilla donde descansan sus restos, existe una silla donde las mujeres deseosas de tener un hijo vienen a sentarse.