Muy pronto su vocación artística se canalizó hacia el teatro, la narrativa y la crítica de radio y televisión, publicada en sus periódicos La Tarde y Diario Libre.
Mientras redactaba textos publicitarios para ganarse la vida, buscó la manera de vincularse en los proyectos culturales más avanzados de la época, como los que animaban las sociedades Nuestro Tiempo y Cine Club Visión, de la que formó parte de su Consejo Ejecutivo.
Comenzó a dirigir documentales y entre 1964 y 1965 realizó sus dos primeros largometrajes de ficción.
Sus obras, además de aportar un nuevo lenguaje a la cinematografía cubana, ofrecieron interesantes visiones de la historia y una audaz exploración en los conflictos individuales y sociales.
En 1981 obtuvo la Distinción per la Cultura Nacional otorgada por el Ministerio de Cultura de Cuba.