Manolis Anagnostakis

Anagnostakis fue un líder entre sus contemporáneos e influyó en la generación de poetas inmediatamente posterior a él.

Ya en la escuela primaria mostró su talento para componer versos con una facilidad excepcional.

En 1940 lee los poemarios de los autores griegos más reconocidos en la época.

Entre 1944 y 1945, cuando empezó a estudiar en la facultad de Medicina, Anagnostakis se convirtió en redactor jefe del periódico estudiantil Ksekínima (El principio) y ayudó también con la redacción de otro periódico, Fititis (El estudiante).

En 1948 tradujo (con su amigo Kleitos Kyrou) las odas de Federico García Lorca a partir del francés y las publicó el mismo año.

Anagnostakis volvió a traducir la obra de Lorca doce años después, en 1960.

La colección Epojes 2 fue publicada en 1948, un poco después de que su autor hubiera sido detenido por participar ilegalmente en la EPON y fuera encarcelado en Eptapyrgio, la fortaleza medieval de Salónica.

El poeta finaliza los estudios de medicina especializándose en radiología en Viena.

En 1959 crea el periódico Kritikí (Crítica) en colaboración con su mujer, Nora, del que fueron publicados solo 18 números entre los años 1959 y 1961.

Otros poetas de la dicha generación son, por ejemplo, Aris Alexandrou, Miltos Sajturis, Titos Patrikios, Tasos Livaditis, Eleni Vakalo y Yannis Dallas.

El autor se inspiró en la obra de los simbolistas franceses (Baudelaire y Apollinaire, que leyó en original), de quienes adoptó el verso libre.

La voz poética de Anagnostakis es simple, realista o más bien pesimista.

Nunca huye a la naturaleza o al mar como por ejemplo Odysséas Elýtis, no se ocupa de países lejanos.

En sus versos sentimos la desilusión del ser humano y observamos una autocensura usando muchas veces puntos suspensivos.

Hay también muchos versos entre paréntesis, lo cual es otra característica de su poesía.

Más bien se trata de existencialismo y realismo con una inclinación hacia el pesimismo.

Su obra está estrechamente relacionada con la realidad griega de aquel entonces, así como con sus experiencias personales.

Su poesía es un verdadero y sincero testimonio sobre los años más duros del siglo XX, aunque, como dijo el mismo poeta, no se pueda expresar con palabras lo que pasó.

Te regalaré mi reina (Era para mí una vez la amada Ahora no tengo ya la amada) Te regalaré mis torres (Ahora ya no abro fuego contra mis amigos Han muerto tiempo antes que yo) Y el rey este no fue nunca mío Y después tantos soldados ¿Para qué los quiero?

(Tiran hacia adelante, ciegos, sin sueños siquiera) Todo, hasta mis caballos te los daré Sólo me quedaré con este locuelo Que sabe ir únicamente por un color Y zancadas de un extremo al otro Riéndose ante esas tantas armaduras tuyas Entrando en tus líneas de pronto Removiendo los sólidos flancos.

Una llave Que cogerás Que sólo tú cogerás Y empujarás la puerta Abrirás la habitación Abrirás las ventanas a la luz Aturdidos los ratones se esconderán Brillarán los espejos Las lámparas se despertarán con el viento Allí lo encontrarás En alguna parte – entre las maletas y la chatarra Los clavos cortados, dientes partidos, Horquillas en las cojines, marcos con agujeros, Madera chamuscada, timones de barcos.

Te quedarás unos momentos en la luz Después cerrarás las ventanas Las cortinas con cuidado Revalidos los ratones te lamerán Se oscurecerán los espejos Se inmovilizarán las lámparas Y tú cogerás la llave Y con movimientos seguros sin remordimientos Dejarás que ruede al albañal Hondo, hondo en el agua espesa.

Checo • En "Antología de la poesía griega: El blanco al lado del azul" (Antologie řecké poezie: Bílá v sousedství modré, Čs.