Tradicionalmente, la práctica comienza con el practicante cultivando el amor desinteresado hacia sí mismo,[7] después para con la gente que ama, amigos, maestros, extraños y enemigos hasta cultivar el amor por la totalidad de seres vivientes.
Los maestros budistas recomiendan la meditación mettā como un antídoto contra el insomnio y las pesadillas.
Irradiar mettā contribuye además a un mundo con más amor, paz y felicidad.
La meditación mettā es un buen modo de calmar una mente angustiada y un antídoto contra la ira.
De acuerdo con esto, alguien que ha cultivado mettā no tendrá miedo fácilmente y podrá subyugarlo siendo más cariñoso, amoroso y más tendente al amor incondicional.