Presidía el Tribunal que juzgó los seis ejercicios Matías Cortés Domínguez y eran vocales, José Manuel de la Torre, Adolfo Suárez, José Herrera y Emilio Puelles.
Corral recuerda como tras despedirse los neófitos en la puerta del Ministerio, Magín Pont pasó por delante de sus compañeros y les espetó desde el taxi un ¡Cátedros, que sois unos cátedros!
Madrid y Barcelona exigían entonces una oposición especial, lo que se produjo dos años después.
Magín Pont superó la oposición y pudo elegir la Escuela de Altos Estudios Mercantiles de Barcelona, mientras que también accedieron a sendas cátedras José Barea en Madrid, Ramón Docal en La Coruña y Santiago Herrero en Salamanca.
Pero ello no fue posible porque el propio claustro de profesores le pidió por inmensa mayoría que continuase.
En 1974, Magín Pont ingresó como miembro numerario en la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras [2].
En la actualidad, la Fundación se denomina Magín Pont Mestres y Antonio Lancuentra Buerba.
Por ello consideraba que España estaba en deuda con ese prohombre del Derecho financiero y tributario.
Por eso Magín Pont fue especialmente duro con el fraude fiscal, al que como hombre de leyes condenaba, pero sin dejar de criticar la prepotencia del Fisco con una metáfora que utilizaba frecuentemente, la del enfrentamiento entre David y Goliat.
Sus primeros colaboradores en la cátedra fueron Antonio Lancuentra Buerba, ya mencionado y Ricardo García Micola.
También se incorporaron a la docencia Jaume Segura Illa, Juan Revilla Torres, Fulgencio Muñoz Espín y el primer discípulo salido de las aulas de la Diagonal, Gregorio Ramón Ramón, que sería Inspector de Hacienda del Estado y actualmente ejerce como asesor fiscal.
Después, otros exalumnos fueron también profesores como Pilar Martínez Rubio, Enrique Piedra Escobar, Antonio Durán-Sindreu y, sobre todo, Ramón Ferrer Pedrola, que obtendría una plaza de profesor titular, y Joan-Francesc Pont Clemente, su sucesor en la cátedra en 1993.