Para que este ciclo diario de regeneración del mundo no se detuviera, Ra debía enfrentarse con éxito, durante su paso por el reino de las Tinieblas, a Apofis, símbolo del Mal representado como una serpiente.
Maat era para los egipcios la fuerza benefactora de la que se nutrían los dioses a quienes ellos adoraban.
Maat estaba estrechamente ligado a la figura del faraón, en un sentido religioso y moral.
Esta vinculación alcanzó su máximo desarrollo en el Imperio Antiguo, y era frecuente que fuera el rey mismo quien hiciera las ofrendas diarias.
Ambas cosas estaban estrechamente relacionadas, pues eran guiadas por los mismos principios de Orden, Verdad y Justicia.
[4] Tan reverenciado era el concepto de Maat que los reyes egipcios a menudo rendían tributo a los dioses, ofreciendo pequeñas estatuas de Maat, indicando que estaban defendiendo con éxito el orden universal: la interconexión entre los reinos cósmico, divino, natural y humano.
La evidencia muestra que los alumnos jóvenes en el Egipto antiguo aprendían cómo leer y escribir copiando obras instructivas, por ejemplo las Instrucciones de Ptahhotep.
Algunas veces se representaba al concepto maat como una deidad más, pero esto parece haber sido por motivos meramente alegóricos, por cuanto la diosa Maat nunca tuvo mayor participación en las sagas mitológicas de los dioses egipcios.
El jeroglífico que la representa es una pluma de avestruz, vertical, en perfecto equilibrio y otras variantes.