La datación por radiocarbono del carbón vegetal asociado con los huesos permite fecharlos en, al menos, 11 400 años.
[3] El hallazgo fue hecho en 1975 por una misión arqueológica franco-brasileña dirigida por Annette Laming-Emperaire, que la bautizó así en honor al célebre descubrimiento, un año antes, de Lucy.
[6] Los restos no se encontraron articulados; el cráneo, por ejemplo, permanecía enterrado a más de 12 metros de profundidad, estaba separado del resto del esqueleto, más superficial, pero en condiciones sorprendentemente buenas.
Los resultados genéticos del nuevo estudio muestran categóricamente que no hubo una conexión significativa entre la gente de Lagoa Santa y los grupos de Australasia.
El estudio más grande y completo realizado sobre la base del ADN fósil extraído de restos humanos antiguos encontrados en el continente americano ha confirmado la existencia de una única población ancestral para todos los grupos amerindios, pasados y presentes.