Educado en la escuela de Don Bosco en Turín es destinado a trabajar en Colombia siendo aún muy joven.
Desde entonces el joven clérigo inicia una historia humana valerosa que le haría una figura bien amada en la convulsa Colombia de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
Otro valeroso sacerdote italiano, también hijo de Don Bosco, había cruzado decididamente el puente que separaba a Agua de Dios del resto del mundo, el padre Miguel Unia, y había abierto las puertas a la esperanza para personas condenadas al destierro en su propia patria.
Las luchas políticas de la Colombia de finales del Siglo XIX como la Guerra de los Mil Días, no frenaron el ardor apóstolico del joven sacerdote que organizó grupos musicales que llevaron la alegría a la que era conocida como la "Ciudad del Dolor".
Presentida su última hora, se hizo transferir de Táriba a Cúcuta, no sólo porque allí residía una familia italiana conocida, sino porque fue su voluntad morir en la tierra que lo vio luchar y de la que no se alejó desde que llegó siendo un muchacho.