Luis Eduardo Henríquez Jiménez
Lebrún, como buen Pedagogo, enseñó los nuevos cambios realizados por el Concilio Vaticano II, Mons.Él mismo dejó escrito lo que significó esta reforma: El Concilio Vaticano II, suscitó una saludable renovación doctrinal, institucional y disciplinar, pero dentro de este movimiento renovador, se ha notado también –quizás como fenómeno de asentamiento- un verdadero cuarteamiento institucional y un desconcierto espiritual, no solamente en Venezuela, sino a nivel de todo el orbe católico.Entre nosotros, dentro de una sana y valiosa renovación litúrgica, que ha hecho participar más activa y fructuosamente a los fieles en el culto y en la vida sacramental, no han faltado abusos caprichosos por parte de individuos o de grupos, en la celebración de la Eucaristía o los sacramentos, que no solamentehan herido y desconcertado a la mayoría de los fieles que se siente tocado en lo más íntimo como es su relación con Dios, sino que hasta han conllevado desviaciones doctrinales y peligros para la misma fe… (…) Más, por desgracia, no siempre se ha tenido la prudencia necesaria y el equilibrio en las reformas.Se han sacrificado algunos auténticos valores tradicionales; ha disminuido la intensidad de la vida interior; se ha amortiguado el sentido hacia Dios al afirmar con demasiada vehemencia un horizontalismo sociopolítico… Todo esto ha traído un número notable de abandonos al sacerdocio y a la vida religiosa….Henríquez conocía la realidad de su Diócesis por su continua Visita Pastoral, como la realizaron sus predecesores.Estos factores y otros más hacen que sea muy difícil cumplir solos, a cabalidad, todas las tareas Episcopales.La escasez de sacerdotes que siempre tuvo la Diócesis se hizo notar con más fuerza por la necesidad pastoral en ella.Esto es el signo visible de una Iglesia en expansión espiritual y pastoral.Con ello la Iglesia valentina comenzó un nuevo proceso de organización pastoral.Henríquez le permitió visitar pastoralmente toda la Arquidiócesis de Valencia.Henríquez, comienza a crearse en la Arquidiócesis un clima de amor y respeto a la Teología incancelable sobre el Ministerio Sacerdotal o sobre la vida y formación de los futuros sacerdotes.Ha sabido componer sus discursos con piedad, con teológica solidez y resaltante belleza literaria”.Fortaleció la formación y promoción del laicado valenciano, teniendo como prioridad la Catequesis de Adultos, ubicando el Secretariado Catequístico en una sede propia.Henríquez fueron las siguientes: 1977: Esteban Armas, Jesús Chávez, Ricardo Guerra, Iván Mestre; 1980: Miguel Alfredo Jiménez Flores; 1981: William Guerra Marrero, Máximo Cristóbal de Jesús Rodríguez León; 1982: Pitter Antonio Fernández Molina; 1983: Roberto Rodolfo Sipol Hereschweriger, Oscar Alberto Martínez Ramírez, José Francisco Jiménez Rodríguez; 1984: Luis Alberto Parada Salcedo, Tulio Luis Ramírez Padilla, Jesús Guitián Escobar; 1985: Rudy Rajk Miscovich; 1986: Eduardo Bericoto Villegas, Noel Alberto Herrera, Moises W. Pérez Lugo, Napoleón Pérez Rivas (Operarios).Enzo Ceccarelli; 1987: Víctor Raúl Urbina Bardales; 1988: Julio Ramón Rodríguez García, César Abelardo Bayone Pacheco; 1989: Pedro Américo De Freitas Ferreira, Oscar Alfonso Monzón Rodríguez y Arturo Luis Uzcátegui Serrano.