Durante diez años absorbió gran parte de su tiempo para dejar la pintura como un pasatiempo secundario.
Ya en Colombia, sorprendió a los otros fotógrafos que todavía utilizaban equipos más grandes y pesados con su cámara fotográfica rolleicord que había comprado y aprendido a utilizar en Europa, lo que le permitió tener mayor libertad y versatilidad para la composición fotográfica.
Su obra estaba en correspondencia con la sensibilidad cultural nacionalista del momento, en una época en la que el regionalismo era la línea dominante en la producción artística.
La crítica contemporánea reparó en la alta calidad de sus imágenes, que hoy permiten calificarlo como uno de los más importantes fotógrafos modernos activos en Latinoamérica en los años treinta del siglo XX.
Ramos fue adicionalmente colaborador en la revista Pan en la que se promovían competencias fotográfícas.